sábado 02 de diciembre de 2023 - Edición Nº1823

Opinión

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La esclavitud como moneda de cambio

De esto no soy esclavo, pero si diré que hoy día 29 y el pasado día 27, fui esclavo por seis o siete horas viendo los comentarios de investidura del candidato Feijoo. Aunque también debo señalar de la cobardía y ausencia a la misma del otro candidato



Yo creía, o al menos, sí me lo parecía, que la esclavitud ya no existía, es decir, ser esclavo de alguien, Hay pruebas eficientes de que esta opresión ya estaba mucho antes de Cristo, aunque siempre he oído y se ha dicho que hay muchas formas de esclavitud. Vemos películas donde el comprador alardeaba con sus aliados de haber comprado un buen ejemplar o una joven-casi siempre de color negro- para recreo y para solaz diversión de entretenimiento.

La esclavitud, como se le conocía antiguamente, allá por el siglo XV, hasta llegar a nuestros días, creo que ha cambiado a pasos agigantados, viendo hoy  otras manifestaciones distintas de forma de esclavitud. Con ellos me he atrevido a garrapatear distintas formas de esa dependencia, incluso más clara de la de aquellos siglos pasados. Los tiempos las han ido cambiando y conociendo desde muchos puntos de vista.

 No soy hombre de estar mucho tiempo viendo la tele, ya que solamente hay en ella muchas y copiadas programaciones, en donde no hay buenos, bueno, ni bastos ni vulgares. De esto no soy esclavo, pero si diré que durante  reciente sesión de investidura fui esclavo por seis o siete horas viendo los comentarios del candidato Feijoo. Aunque también debo señalar de la cobardía y ausencia a la misma del otro candidato, No merece nombrarlo, aunque a decir verdad este sí que es esclavo de su propio destino.

Los jugadores de fútbol son esclavos y vendidos al mejor postor e incluso conllevados, eso sí y que remedio les queda contra estos mayoristas y especuladores de esclavos nuevos amprados por leyes y fuerzas obligadas.      

La esclavitud como moneda de cambio, podría tener dos caras iguales, una en el anverso y la otra en el reverso. También tenemos la esclavitud y mafias, donde cada día vemos como unos inmigrantes, sean de donde sean, buscan a expensas de otras personas o por ellos mismos, buscando otros lugares para vivir mejor. Estos son esclavos buscados por estas personas. Muchos de ellos dejando la esclavitud de sus inicios para meterse en otras sin saber cómo son la mayoría, estos siguen siendo los llamados esclavos de solemnidad. 

Tampoco olvido a los esclavos de los partidos políticos, estos son los esclavos de la palabra y de sus propias convicciones, muchos de estos se tienen que masticar los acuerdos de sus digámosle, jefes del mismo barco el cual un día y bajo un buen sueldo se achantan diciendo “si mi amo”; una prueba irrefutable, lo que tú digas. A estos los llamo yo esclavos de su propio destino, el cual también meto a esos expatriados de sus hogares, a los inmigrantes. Así podríamos diagnosticar otras muchas variedades de esclavitud, seguro que las tendrán.

La esclavitud no se ha ido, sigue machacando a las personas desamparadas, desvalijadas sin amparo y ayuda posible. Las crisis nos han dejado este tipo de esclavitud, que con el tiempo se va ensanchando a estas nuevas evoluciones, al nuevo feudalismo, al amparo de echar la vista hacía otro lado y que salga el sol por Antequera.

Hace muy pocos años recibía un documento en donde en un periódico se narraba “Hombres y mujeres subsaharianos que intentaban emigrar a Europa a través de Libia acaban siendo vendidos en un mercado de esclavos”.. Los negreros del siglo XXI se mueven en camionetas Pick-up y lanchas de goma, para venderlos en la ciudad de Sabh en el sur de Libia, a hombres y mujeres. 

La esclavitud según se mire, sus apariencias y formas siguen machacando al ser humano con lo más elemental de sus principios, su total libertad, tanto en pensamiento de raza, color y religión. De los esclavos del dinero comentaré otro día de esta esclavitud, moderna, con una entelequia desmesurada y difícil de entender de esta dependencia extraña que nos deja bastantes veces metidos en un barrizal lleno de lodo. 

Estando este verano en Palmones, San Roque, (Cádiz), estaba yo tendido bajo la lona del parasol, boca abajo, cuando mis ojos se vieron de frente a una joven, esta llevaba todo su e cuerpo tatuado de libros. Era una biblioteca andante Todo tatuado. Iba desnuda al completo. Esta criatura, en sus mamas, en una de ellas, llevaba el nombre del Kama Sutra, y la otra mama, la izquierda, se me nubló la vista. No distinguía lo que era. Y más abajo, llevaba otro libro marcado con el nombre, El libro del buen amor en letras más pequeñas llevaba grabado: más abajo: La cueva de Alibaba y los cuarenta ladrones. Una vez que pasaba por mi lado, me volví y miré a lo lejos al cielo diciendo: ¿Dios mío que hemos hecho?     

Una tentativa de esclavitud se la podemos endosar a esa variante de la cantidad que vemos en esos cambios que, en algunas personas se subyugan y esclavizan en tatuajes, donde en muchas ocasiones se pintan el cuerpo de distintas formas de colores. Para mí esto es una esclavitud, empiezan por tatuarse unos pendientes en las orejas y terminan con el cuerpo lleno de tinta de mil colores.

Debo decir que soy tolerante con todo cuanto exista, nada me asusta ni me impresiona, cada cual es libre de hacer con su cuerpo lo que quiera, pero la honestidad y la cordura la hemos perdido por completo. Como estamos hablando de un sentido de esclavitud y esta es una de ellas, Emiliano Zapata (caudillo del sur como le llamaban los mexicanos) tiene una frase que dice: “Quiero morir  siendo esclavo de los principios, no de los hombres “Deseo terminar este escrito con una frase de mi admirado filósofo  y paisano Séneca: La esclavitud más denigrante es la de ser esclavo de uno mismo. Ya ven si nos ponemos averiguar cuantas tipologías de esclavitud hay, mejor no buscar, las tenemos todos, unos más y otros menos, pero con la incertidumbre de equivocarnos todos.

Por José Medina Pedregosa para El Diestro

 

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